Al final de verano, Clara nos propuso tejer mantas para los refugiado sirios. Yo tejí un cuadrito para añadir al grupo de Granada. Pero ordenando el cuarto de labores encontré los cuadros que había recibido hace ocho años. Y me dije que era la ocasión que estaba esperando para unirlos y crear la manta que debía ser.
Ha sido un poco complicado. Unos cuadros eran más grandes, otros más pequeños, unos con lana gruesa, otros con lana fina. Pero al final, han ido encontrando su sitio y este es el resultado. Aún queda rematarla con un borde de crochet y rematar los hilos sueltos. Pero este invierno abrigará a alguien que lo necesite, para que el mundo le parezca un poco menos horrible.
No creo que quede nadie por aquí a quién pueda interesar esto. Pero aún así, yo me siento en la obligación de informar a toda la gente que participó de que por fin, después de ocho años los cuadritos que enviaron han llegado a su destino.